Elegir el destino ideal para un evento MICE (Meetings, Incentives, Conferences, Exhibitions) no es solo una cuestión de mapa. No basta con colocar el dedo en una ciudad bonita o con buen clima. Hay que ir más allá. Porque detrás de una elección acertada hay logística, estrategia, contexto y, sobre todo, experiencia.
Puede parecerte que todos los destinos MICE ofrecen lo mismo: centros de congresos, hoteles con salas polivalentes, paquetes corporativos, un poco de cultura, un par de actividades de team building y listos. Pero no. La diferencia está en los detalles. Y si buscas que tu evento no solo se ejecute, sino que brille, conviene que pongas la lupa en algunos factores clave.
Antes de abrir el buscador y mirar vuelos, toca hacerse preguntas básicas: ¿es un congreso masivo o una reunión estratégica con 30 personas? ¿Habrá actividades al aire libre? ¿El enfoque es más comercial, académico o de incentivo? Cada tipo de evento tiene exigencias distintas.
Un congreso internacional requerirá una ciudad con buena conectividad aérea, un recinto amplio, capacidad hotelera considerable y servicios de traducción. En cambio, un viaje de incentivos puede permitirse destinos más pequeños o especiales, donde la experiencia pese más que la escala.
Esto parece evidente, pero conviene repetirlo: no hay evento exitoso sin buena infraestructura. Y no hablamos solo de tener una sala con sillas y proyector. Hablamos de espacios bien equipados, modulables, con buena acústica, luz natural (si puede ser), asistencia técnica disponible, zonas de descanso, restauración integrada y soporte audiovisual a la altura.
Los destinos que destacan en el mundo MICE han entendido que lo funcional y lo estético deben ir de la mano. Un entorno inspirador es tan importante como el ancho de banda de la red.
Aquí es donde muchos eventos se juegan la comodidad del asistente. Puedes haber elegido el lugar más espectacular, pero si llegar es una odisea o desplazarse dentro de la ciudad es una pesadilla, todo se complica.
Por eso, el transporte no es un tema menor. Un destino MICE ideal debe contar con:
Nada estresa más al organizador que un speaker perdido por culpa de un enlace mal calculado. Y nada agradece más un asistente que no tener que pensar en cómo moverse.
No se trata solo de cuántas habitaciones tiene una ciudad, sino de cómo están distribuidas, a qué distancia están del lugar del evento y si cubren distintos rangos de precio. Lo ideal es que el participante pueda elegir entre un hotel de 5 estrellas con vistas y una opción business bien equipada a 10 minutos caminando.
Los destinos bien posicionados en MICE suelen tener convenios con cadenas hoteleras o acuerdos para bloqueos de habitaciones con condiciones ventajosas. Si eso no está sobre la mesa, piensa dos veces.
Un evento no vive solo de sus ponencias. La experiencia global importa. Y aquí entran en juego los detalles: una cena de clausura en un lugar icónico, una actividad cultural, una experiencia local bien diseñada. Esas cosas que los asistentes fotografían y comparten.
Elegir un destino con identidad clara, con cultura propia, con cosas que contar, te ayudará a que tu evento no sea solo funcional, sino memorable. Y eso, a la larga, vale más que cualquier coffee break bien montado.
No se puede pasar por alto. Hoy se valora enormemente que el destino sea seguro, tanto en términos de salud como de entorno urbano. Y si además apuesta por prácticas sostenibles —gestión de residuos, eficiencia energética, fomento del transporte limpio—, suma puntos.
Muchos asistentes, sobre todo los más jóvenes, valoran que el evento en el que participan tenga una huella responsable. El destino, en ese sentido, puede ser un aliado clave o un obstáculo.
Otro punto que puede marcar la diferencia es contar con una oficina de congresos activa, que conozca el terreno, facilite contactos, agilice permisos y apoye con material o personal. En paralelo, contar con un DMC (Destination Management Company) de confianza te da un brazo operativo en el terreno, capaz de reaccionar ante imprevistos.
Los destinos que miman a los organizadores suelen convertirse en los más recurrentes. Porque una cosa es contratar proveedores, y otra muy distinta es sentir que hay un ecosistema que respalda tu evento.
Un destino MICE no solo se elige con la cabeza, también con el instinto. Hay ciudades que encajan desde el primer minuto. Otras que requieren más análisis. Pero lo importante es tener claro qué tipo de experiencia buscas ofrecer. Y entender que un evento, por pequeño que sea, es una coreografía compleja.
Si todo lo demás está en su sitio —infraestructura, oferta, alojamiento, cultura— pero el transporte cojea, la experiencia se resiente. Así que no lo subestimes. A veces, la diferencia entre un evento correcto y uno excelente está en que nadie llegue tarde… y todos quieran volver.